Tengo un gato, es un encanto. Sé que a mucha gente no le gustan los gatos, pero a mí me fascinan. Cuando lo encontré estaba en una jaulita afuera del veterinario a una cuadra de mi casa, era un bebé como de 3 meses.
Antes había tenido un gato blanco que se llamaba Yago, era hermoso, pero demasiado agresivo y atacaba cualquier cosa que se moviera, incluidos los invitados a quienes atacaba como sí fuera un tigre blanco, saltando desde la escalera o mordiendo los talones por abajo de los sillones. Estuvo con nosotros por solo un año hasta que un día, simplemente no volvió. El asunto es que aunque mi mamá siempre juró que no le gustaban los animales, adoraba a Yago desde el momento en que lo traje, y sufrió mucho cuando desapareció. Fue así como comenzó la búsqueda por un nuevo gatito para la casa.
Poco después apareció Puck, atrapado en un tubo de PVC en el jardín de Lola, una amiga. Recuerdo esa tarde, Sab me llamó a avisarme que el pequeño Puck estaba atrapado en el tubo y no lo podían sacar porque a Lola le daba miedo que la arañara y a Sab le dan miedo las arañas... y obvio había arañas en el tubo. Así que fui a sacar al bebé del tubo. Estaba histérico, muerto de miedo. Había escalado una pared de frontón (la única forma de entrar al jardín por la parte de atrás) y por eso le faltaban varias garras, además de que estaba extremadamente nervioso. Cuando lo sacamos y se tranquilizó, lo traje a casa en lo que Sab hacía arreglos para llevarselo, pero tuvo que irse antes de lo planeado porque después de tres días, mi mamá ya no estaba dispuesta a dejarlo ir. Todavía veo a Puck, es mi sobrino y lo adoro, creció para ser un gato enorme y con unos hermosos ojos color turquesa. Aún es muy nervioso pero en general es un gato encantador.
El caso es que era el segundo gato que mi mamá perdía y estaba cada vez más triste, así que Sab y yo estabamos pensando que la mejor opción sería encontrarle una gatita porque son más hogareñas y cariñosas, pero justo estabamos en eso cuando pasamos enfrente del veterinario y lo ví, con sus enormes ojos amarillos y un maullido suave, casi como un susprio. Me acerqué, metí el dedo a la jaula y lo primero que hizo fue olerlo, para luego tallar su cabeza contra mi dedo para que lo acariciara. En ese momento me ganó. Como era un gatito de la calle que habían ido a botar allí el veterinario me lo regaló.
Pero llevarlo a casa no iba a ser tan fácil, mi mamá ya no quería más gatos, ya no quería seguir sufriendo con que se salieran toda la noche y quién sabe si iban a regresar. Así que fuimos al super a comprar la caja de arena, comida, platitos, arena y un collar para decír que me lo había regalado Tato (quien tiempo después se convertiría en mi cuñado, pero en ese momento era solo un amigo al que mi mamá apreciaba mucho).
Llegar con el pequeño a la casa no resulto tan malo. Pronto nos dimos cuenta de que es un gato extremadamente meloso, que le encanta la vida en casa y que lo apapaches. Decidí ponerle Hamlet, porque solo se hacía el loco cuando le hablaba, pero mi mamá le decía Babas... y como llegaba todo el tiempo a maullar por cualquier cosa, algo como un "ponme atención a mí y solamente a mí", yo empecé a decirle Miau de cariño... así que ahora tengo un gato que se llama Miau y de cariño le decimos Babas.
Poco después descubrimos que Miau tenía un amigo, un hermoso gato cartujo, ya viejito, con collar amarillo, que venía por el todas las mañanas para irse a pasear. Comían juntos, jugaban juntos y varias veces cachamos que Miau lo había invitado a dormir en nuestras camas. Desafortunadamente el Amigocho, como le llamabamos al cartujo, llegó un domingo al jardín y se tiró a agonizar. Alguien lo había envenenado y lo último que hizo fue ir a buscar a su amigo, Miau. Ese día el veterinario lo durmió porque ya estaba muy mal y no había forma de salvarlo. Se que sí se hubiera podido salvar ahora tendría dos gatos, pero al menos tuvo una vida feliz, e hizo feliz a mi Miau.
Algun tiempo después apareció otro gatito blanco, rogando por ayuda en la puerta de mi casa, se veía que había tenido collar por las marcas en su pelaje. Había un grupo de perros buscandolo. Le dí refugio muy a pesar de Miau, a quien obviamente no le gustó que hubiera un intruso. Pero al día siguiente resulto que el gatito blanco era gatita, y estaba preñada. Al parecer los dueños, al descubrir que iban a ser abuelos sin quererlo, la fueron a botar al parque, y tuvo la suerte de toparse conmigo y mi corazón de pollo. Duquesa (le puse así por los Aristógatos) estuvo con nosotros tres días, comió y descanso en una caja adaptada en el garage con periódico y telas para que no tuviera frío y pudiera dar a luz. Pero una mañana simplemente se fue, supongo que regresó a su casa, a pesar de que es de donde la echaron. Ojalá sus dueños hayan aprendido la lección y recibido a esta hermosa gatita blanca de ojos azul obscuro y ahora sea feliz.
Este julio, calculamos que Miau cumplió 6 años humanos. Debe tener alrededor de 40 años gatunos, y sigue siendo el bebé consentido de la casa, duerme en nuestras camas y sigue maullando por atención constantemente. Adoro a mi gato, y por eso quiero invitar a todos a participar en la campaña de adopción de animalitos abandonados. Hay un refugio donde los reciben y cuidan en lo que encuentran una familia que los quiera y cuide. Está por Perinorte, el teléfono es 2602 1781. Ojalá pudieramos darle una vida feliz a todos esos perros y gatos que no pidieron estar aquí, que nacieron porque los dueños no tuvieron el cuidado de operar a sus mascotas o porque fueron abandonados por personas que ya no quisieron hacerse cargo de ellos.
Sean felices (y hagan su vida más feliz con una mascota).
1 comentario:
mi primo tenía un gato, juanito se llamaba y era bastante juguetón y hasta borrachín. un día salió a dar un paseo a la calle y lo atropellaron. no había cumplido ni un año de edad. sus restos descansan en alguna parte del parque de los venados.
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